miércoles, 16 de julio de 2014

¿A qué hora hay más suicidios?

El suicidio puede ser más probable después de la medianoche y en particular 02 a.m.-03 a.m. según una nueva investigación.

"Esto parece estar de acuerdo con los primeros datos que sugieren que los factores circadianos pueden contribuir al suicidio y ayudar a explicar por qué el insomnio es un factor de riesgo para la ideación y el comportamiento suicida", dijo Michael L. Perlis, Ph.D., del departamento de psiquiatría y director del programa de medicina del sueño y del comportamiento en la Universidad de Pennsylvania, Filadelfia.
El Dr. Perlis recordó que hace tiempo se sabe que el insomnio puede conducir a una cierta desesperación; se encontró una referencia a ella en la revista The Lancet del año 1914. El informe anecdótico decía: "El rector de una parroquia que dejó escrita la siguiente carta fue encontrado muerto en una piscina con una herida de bala en la cabeza: 'Otra noche sin dormir, no pude dormir realmente durante semanas. Oh, mi pobre cerebro, no puedo soportar las largas y oscuras horas de la noche".

Estudios previos han demostrado que los suicidios se elevan a partir de la mañana con un pico por la tarde, siendo la tendencia más baja desde la medianoche hasta las 4 am, dijo el Dr. Perlis en la reunión anual de las Associated Professional Sleep Societies.

Él y sus colegas de Penn y del Centro Médico de Asuntos de Veteranos de Filadelfia, decidieron adoptar una mirada diferente sobre los datos - en lugar de poner en orden los suicidios consumados como porcentaje por hora, examinaron las probabilidades de suicidio consumado por hora de reloj que representa la proporción de la población despierta en cada hora.

Su hipótesis es que las personas con insomnio pueden estar en mayor riesgo de ideación y comportamiento suicida debido a sus pensamientos y pesadillas caóticas y disfuncionales en las que los pequeños problemas se ven mucho más grandes. Además, las personas que sufren de depresión y tendencias suicidas también tienen mayores tasas de insomnio.

Procesamiento de datos
Se relevaron 35.332 suicidios reportados al Sistema Nacional de Muertes Violentas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Los datos provienen de 18 estados y fueron recopilados entre 2002 y 2010. Los informes incluyen el momento de la lesión fatal.

Resultados
El 81% (28.704) de los suicidios fueron en hombres y el 84 % (29.771) fueron en blancos no hispanos. El suicidio fue más alto entre los 35 a 44 años de edad y de 45 a 54 años de edad, en torno al 20 % para cada grupo de edad.

Los investigadores utilizaron los datos existentes sobre el número de estadounidenses que despierta en cualquier hora dada y se representaron los suicidios por incrementos de 1 hora.

A las 7 de la mañana la tasa media de suicidios fue de poco menos del 2%. Pero a medianoche fue del 8,3%; a las 2 am del 16%, y al 3 a.m. del 15%. Las tasas continuaron descendiendo desde allí a poco más de 2 % a las 6 am.

Sexting y comportamiento sexual en adolescentes

¿Qué es el sexting?
El "Sexting" ha sido definido frecuentemente como la transmisión de imágenes de desnudos (o semidesnudos) a través de un dispositivo electrónico. Algunas definiciones también incluyen la transmisión de mensajes de texto con contenido sexual explícito. Hasta la fecha sólo 1 estudio ha examinado la relación entre los mensajes y fotos con contenido sexual explícito y la conducta sexual.
Sin embargo, debido a que el envío de mensajes y fotos se midió como un solo punto, los autores no pudieron evaluar la equivalencia de estos 2 comportamientos. Esta distinción puede ser importante porque el envío de un mensaje con contenido sexual explícito puede no tener las mismas consecuencias sociales que el envío de una foto. Además, ningún estudio ha explorado la relación entre estos 2 tipos de comportamientos de sexting con el riesgo sexual.

Los datos publicados sobre los comportamientos de sexting adolescente son escasos, dificultando la determinación de la prevalencia. Estudios de jóvenes de escuela secundaria han sugerido que el envío de fotos de desnudos o semidesnudos es algo común, con el 18% al 28% de los adolescentes refiriendo haberlo hecho. El único estudio que incluyó a adolescentes jóvenes halló que entre el 1% y el 2,5% (dependiendo de la definición de sexting) de los usuarios de internet de 10 a 17 años de edad informó haber aparecido en o creado una foto sexualmente explícita.
Sin embargo, las limitaciones metodológicas de este estudio (por ejemplo, entrevistas a los adolescentes por teléfono con los padres presentes, métodos de muestreo que dieron lugar a una muestra en gran parte de raza blanca, con alto nivel socioeconómico, y con 2 padres en el hogar) hacen difícil sacar conclusiones firmes. Incluso en ausencia de datos claros respecto a la prevalencia, el sexting todavía puede servir como un marcador potencialmente importante de comportamiento riesgoso.
Además, debido a que la juventud comienza a estar más interesada en las relaciones románticas y en la sexualidad durante la pubertad,el sexting es probable que surja durante los años de la escuela secundaria; sin embargo, ningún estudio ha examinado exclusivamente el sexting entre los adolescentes jóvenes, particularmente en los estudiantes secundarios en riesgo.

Poco se sabe acerca de las características que separan a los adolescentes que se dedican al sexting y a los que no lo hacen. Los hallazgos a partir de estudios transversales de estudiantes de escuelas secundarias sugieren que los adolescentes que se dedican al sexting incurren en altas tasas de actividad sexual, hecho que puede ponerlos en mayor riesgo de embarazo no deseado, VIH, y enfermedades de transmisión sexual.
Rice y colegas hallaron que los adolescentes que practican el sexting tenían 7 veces más probabilidades de ser sexualmente activos y casi el doble de probabilidades de tener relaciones sexuales sin protección que sus pares. Del mismo modo, un estudio realizado por Temple ycolaboradores halló que los alumnos de 10° y 11° grado que se dedicaban al sexting eran más propensos a haber tenido relaciones sexuales. También hallaron que las niñas que habían enviado fotos de sí mismas desnudas tenían una mayor probabilidad de involucrarse en relaciones sexuales de riesgo, incluyendo el tener múltiples parejas y el uso de sustancias antes del acto sexual.

Otros factores que pueden diferenciar a los adolescentes que practican el sexting de los que no incluyen la no heterosexualidad, ser blanco o afroamericano, y la mayor edad. Aunque la investigación es limitada respecto a los factores cognitivos relacionados con el sexting, varios estudios han identificado relaciones entre las cogniciones y otros comportamientos relacionados con el sexo entre adolescentes.
Los informes de intenciones sexuales están relacionados con los comportamientos sexuales entre los jóvenes con problemas de salud mental, pero se desconoce si los adolescentes con mayores intenciones de tener sexo participan en el sexting. Además, un número de estudios halló que las percepciones y actitudes de los compañeros "sexuales” predicen la conducta sexual de riesgo entre los adolescentes.

Los adolescentes que practican el sexting pueden ostentar creencias similares, percibiendo que sus compañeros, padres, e incluso los medios de comunicación aprueban la actividad sexual. El sexting también puede estar relacionado con dificultades en el manejo de las emociones. Se ha hallado que los adolescentes que reportan emociones más intensas y lábiles y una regulación menos eficaz de estas emociones reportan más problemas de conducta y más compañeros sexuales.
Además, entre un grupo de adolescentes de alto riesgo que asisten a escuelas terapéuticas, se halló que la desregulación del afecto se asocia significativamente con  riesgo sexual reciente (ej., no utilización de preservativos en la última relación sexual). Dado que el sexting parece vinculado con un comportamiento sexual de riesgo, el déficit en la regulación de la emoción puede caracterizar a los adolescentes que practican el sexting frente a los que no lo hacen.

Dadas las lagunas existentes en la literatura, el objetivo del presente estudio fue examinar la prevalencia de conductas de sexting entre una muestra de adolescentes jóvenes en riesgo. El objetivo fue determinar si la actividad sexual (incluyendo un continuo de conductas de bajo riesgo y alto riesgo), las intenciones de tener relaciones sexuales, la aprobación percibida de la actividad sexual, y las habilidades de regulación afectiva están relacionadas con la conducta de sexting. También, como sugieren Rice y colaboradores, se examinó el diferente impacto de enviar mensajes sexuales explícitos frente a fotos para determinar si estos comportamientos representan diferentes niveles de riesgo.

Métodos

Sujetos
La muestra estuvo conformada por adolescentes que participaron en el proyecto TRAC (Talking about Risk and Adolescent Choices: Hablando sobre Riesgos y Opciones Adolescentes), un estudio de prevención de riesgo sexual para adolescentes jóvenes en riesgo que reclutó 420 participantes de 5 escuelas medias públicas urbanas de Rhode Island entre 2009 y 2012.
Los jóvenes elegibles se encontraban en el séptimo grado, tenían entre 12 y 14 años de edad, y fueron identificados por los consejeros escolares, enfermeras y administradores por síntomas de dificultades conductuales o emocionales. Estos profesionales escolares fueron provistos con una lista de comprobación de síntomas estándar (por ejemplo, aislamiento, hiperactividad, nerviosismo) para ayudar en la identificación de los estudiantes.
Se excluyeron los estudiantes que cursaban un embarazo, los que se auto-identificaron como VIH positivos, aquellos con retraso en el desarrollo, con historial de comportamiento sexual agresivo, aquellos incapaces de participar en grupos en Inglés, o con un hermano en el proyecto. El personal escolar obtuvo el permiso para ponerse en contacto con las familias y obtener en persona el consentimiento y asentimiento.

Medidas

Sexting
Utilizando un lenguaje similar al de Rice y colaboradores, se abarcaron 4 puntos por sí/no  sobre la distribución de mensajes sexuales: (1) "En los últimos 6 meses. . . has enviado mensajes de texto a alguien con una imagen sexual de ti mismo?" (2) ". . . le has enviado un mensaje de texto a alguien con contenido sexual para coquetear con ellos?" (3) ". . . le has enviado por mail o por mensaje electrónico (como Facebook) a alguien una foto sexual de ti mismo?" y (4) ". . . has enviado por mail o por mensaje electrónico (como Facebook) a alguien un mensaje sexual para coquetear con ellos?".

Debido a que las consecuencias asociadas con el sexting parecen similares independientemente de la modalidad, los análisis se realizaron por informes de contenido (texto o foto) más que por método de transmisión. Los adolescentes fueron clasificados como no participantes en cualquier conducta de sexting (No Sexting), por haber enviado mensajes sexuales solamente (Texto), o haber enviado fotos sexuales, con o sin textos (Foto).

Conductas de riesgo sexual
Se utilizaron artículos del Inventario de Desarrollo Psicosexual y Evaluación de la Conducta de Riesgo Adolescente para evaluar si los participantes habían incursionado alguna vez en una variedad de comportamientos sexuales. Se les preguntó a los adolescentes, por separado, si habían tenido parejas románticas,  "amigos con beneficios" (el hecho de haber realizado actividades sexuales, como besar, tocar, o tener relaciones sexuales con alguien que no es un novio), si habían incursionado en actividades sexuales sin penetración (besándose, o tocándose los genitales) con personas de distinto o del mismo sexo, o si habían tenido sexo oral o vaginal.

Cogniciones relacionadas con el riesgo
Se evaluaron las intenciones de los adolescentes a participar en sexo vaginal, anal, oral, y sexo anal o vaginal protegido en los 6 meses siguientes (1 = nada probable a 5 = muy probable) a través de 4 artículos de la Evaluación de la Conducta de Riesgo Adolescente.
Se utilizaron los 3 ítems de la Escala de Aprobación Percibida de los Padres (administrados por separado con respecto a madres y padres, según el caso), los 3 ítems de la Escala de Aprobación Percibida de los Pares, y los 4 ítems de la Escala de Permiso Sexual Percibido de los Medios de Comunicación para evaluar la aprobación ambiental percibida de la actividad sexual.
Los ítems evaluaron cómo creían que sus padres o compañeros reaccionarían si supieran que participaron en besos, toqueteos sexuales, o relaciones sexuales (1 = totalmente desaprobado a 4 = muy aprobado).  A nivel de los medios de comunicación, los adolescentes informaron si los mensajes que reciben de la televisión, artistas musicales, revistas, y películas avalan el sexo para los adolescentes de su edad (1 = totalmente en desacuerdo a 5 = totalmente de acuerdo). En todas las escalas, las puntuaciones más altas indican mayor aprobación percibida de la actividad sexual.

Competencia emocional
Las capacidades de regulación de la emoción se midieron mediante el uso de 2 subescalas de la Escala de Dificultades en la Regulación Emocional, Falta de Conciencia Emocional (6 artículos), y Acceso Limitado a las Estrategias de Regulación Emocional (8 artículos), utilizando una escala de 5 puntos. Las puntuaciones más altas indican una mayor dificultad con las emociones. Se utilizó la Subescala de Auto-eficacia Emocional del Cuestionario de Auto-eficacia para Niños (8 ítems) para medir la eficacia percibida por los adolescentes para el manejo de sus emociones (1 = no en absoluto a 5 = muy bien). Mayores puntuaciones representan mayor auto-eficacia emocional.

Demografía
Los adolescentes y sus padres aportaron auto-informes sobre la edad, el género, la raza, la etnia, y el ingreso familiar. Los adolescentes proporcionaron información sobre el estado puberal a través de la Escala de Desarrollo Puberal.

Procedimientos

Cuatrocientos dieciocho jóvenes completaron los cuestionarios de referencia utilizando una auto-entrevista asistida por ordenador de audio en computadoras portátiles privadas, y que fueron reembolsadas por su tiempo con tarjetas de regalo. Todos los procedimientos fueron aprobados por el Comité de Revisión Institucional hospitalario.

Análisis estadístico

Se definieron tres grupos por su comportamiento de sexting: (1) no sexting, (2) sexting sólo con mensajes de texto, y (3) envío de una foto sugerente a alguien. Se utilizaron modelos de regresión logística para hacer comparaciones entre los 3 grupos sobre los comportamientos de riesgo sexual, y se utilizaron modelos de regresión lineal para hacer comparaciones para las cogniciones relacionadas con el riesgo y la regulación del afecto. Los modelos incluyeron comparaciones planificadas que compararon la categoría de no-sexting con las categorías de sexting combinadas y luego compararon la categoría de texto solo con la categoría de fotografía sola.
Todos los análisis controlados por género, etnia y desarrollo puberal se llevaron a cabo mediante el uso de software PASW Statistics18. Los tamaños del efecto para las cogniciones relacionadas con el riesgo y las competencias emocionales se calcularon utilizando ŋ2 parcial y conversión a la δ de Cohen utilizando fórmulas de conversión estándar.

Resultados

De los 410 jóvenes que proporcionaron datos sobre su comportamiento de sexting, el 22% informó su incursión en el sexting en los últimos 6 meses, con un 17% enviando textos solamente y un 5% enviando textos y fotos. El envío de imágenes por teléfono fue informado por un 5%, los mensajes por teléfono por un 19%, las fotos por Internet por un 2%, y los mensajes por Internet por un 9%.

Demografía
Los jóvenes que participaron en sexting auto-informaron mayor madurez física (Escala de Desarrollo Puberal: F2,400 = 4,47, P =0,01), con aquellos en el grupo de Sólo Texto reportando una mayor madurez que los del grupo de No Sexting (P ajustada de Tukey-Kramer = 0,01); no hubo ninguna otra diferencia significativa para la madurez física. También hubo diferencias en el origen étnico (x22 = 7,27, P = 0,03 ) y el género (x22 = 7,33, P = 0,03), con los más jóvenes en el grupo de Fotos identificados como hispanos y mujeres más que aquellos en el grupo de No Sexting (etnia: x21 = 7,07, P = 0,01; género: x2Sólo 1 = 7,07 , P = 0,01 ) o en el grupo de Sólo Texto (etnia: x21 = 4,64, P = 0,03; género: x21 = 7,29, P = 0,01).

Conductas de riesgo sexual
Los jóvenes que reportaron practicar el sexting tuvieron más probabilidades de involucrarse en otras conductas sexuales, con odds ratios (ORs) ajustados por covarianza que variaron desde 4,45 hasta 7,34. También hubo diferencias entre los grupos de Solo Texto y los grupos de Fotos, con los jóvenes del segundo grupo siendo más tendientes a reportar conductas sexuales (OR ajustado: 1,10 a 2,66).

Cogniciones relacionadas con el riesgo
Los jóvenes en los 2 grupos de sexting reportaron mayores intenciones de entablar actividad sexual, así como más aprobación percibida para la actividad sexual por parte de sus compañeros, familia y medios de comunicación (tamaño de efecto ajustado [δ de Cohen]: 0,40 a 0,69). No hubo diferencias significativas entre los grupos de Solo Texto y de Fotos sobre estas medidas.

Competencia emocional
Los jóvenes que practicaban el sexting reportaron más dificultades con la competencia emocional (δ de Cohen: 0,19 a 0,42), con el grupo de sexting informando significativamente más dificultades con la conciencia emocional y menor auto-eficacia emocional. Los adolescentes del grupo Fotos versus Sólo texto también reportaron más dificultades con la competencia emocional (δ de Cohen: 0,19 a 0,22), pero estas diferencias no fueron estadísticamente significativas.

Discusión
"El envío de fotos se asocia con una mayor probabilidad de actividad sexual temprana"
Estos datos representan una de las primeras evaluaciones del sexting en una muestra de jóvenes adolescentes en riesgo. Dado que este estudio se interesó tanto en mensajes de texto sugerentes como en el envío de fotos y dado que examinó el sexting en el contexto de otras conductas sexuales y presexuales, cogniciones relacionadas con el riesgo, y competencias emocionales, el estudio proporciona importantes conocimientos sobre la fenomenología del sexting adolescente temprano. Los resultados sugieren varias conclusiones importantes.
En primer lugar, el 22% de los jóvenes adolescentes en riesgo (12-14 años de edad) reportaron practicar el sexting, porcentaje más alto que los reportes en la población general. Esta mayor prevalencia entre los adolescentes en situación de riesgo sugiere que los síntomas emocionales y conductuales que llevaron a la selección de esta muestra pudieron aumentar la probabilidad de que los adolescentes tempranos participen en sexting.
Los hallazgos para las cogniciones relacionadas con el riesgo y la competencia emocional coincidieron con esta afirmación. Los jóvenes que practicaban el sexting informaron una mayor percepción de  aprobación del comportamiento sexual por los padres, los compañeros, y los medios de comunicación, mayores intenciones de participar en situaciones sexuales, menor conciencia emocional, y menor autoestima emocional.
El hecho de que los que practican el sexting destaquen la probabilidad de riesgo sexual en esta muestra de riesgo seleccionada por síntomas emocionales o de comportamiento es importante. Se requiere más trabajo para definir mejor la relación entre el comportamiento y los síntomas emocionales y el sexting durante la adolescencia temprana.

En segundo lugar, la conducta de envío de mensajes de texto sexuales de cualquier tipo, con o sin imágenes, se asoció con una mayor probabilidad de participar en una variedad de comportamientos sexuales, incluyendo tocar genitales, tener un "amigo con beneficios", tener sexo oral, o sexo vaginal. Los adolescentes que practicaban el sexting tuvieron entre 4 y 7 veces más probabilidades de haber participado en estos comportamientos sexuales. Por ejemplo, los adolescentes dedicados al sexting tuvieron 5 veces más probabilidades de haber tenido relaciones sexuales vaginales, poniéndose a si mismos en mayor riesgo de embarazo o de infecciones de transmisión sexual.

De acuerdo con la literatura previa, el sexting también se asoció con conductas sexuales entre personas del mismo sexo. En resumen, el sexting parece co-ocurrir con conductas de actividad sexual y puede representar un indicador de riesgo sexual.

Aunque cualquier sexting parece ser un marcador de riesgo sexual, el envío de fotos se asocia con una mayor probabilidad de actividad sexual temprana. Los estudiantes que enviaron fotos fueron más propensos que sus compañeros que enviaban sólo textos a participar en todas las conductas anteriores, con la excepción de tocar los genitales de personas del mismo sexo.
Algunos factores demográficos se asociaron con el envío de fotos; las fotos fueron más probablemente enviadas por mujeres adolescentes y latinos. Esto puede estar relacionado con los datos demográficos de los que están solicitando fotos sexuales; por ejemplo, los varones pueden solicitar imágenes (de mujeres jóvenes) más a menudo; sin embargo, este estudio no evaluó las características de los compañeros de sexting.

La mayoría de las medidas de competencia emocional y cognición relacionada con el riesgo demostraron diferencias entre los adolescentes que participaron en sexting en comparación con sus pares que no participaron (aunque no entre los que enviaron sólo textos vs. fotos). Los que habían practicado el sexting manifestaron más intenciones que sus compañeros de tener relaciones sexuales en los próximos 6 meses, lo que sugiere que las intervenciones dirigidas hacia este grupo están garantizadas.
Otras diferencias sugieren que los adolescentes que practicaban el sexting tenían menos conciencia de su estado emocional y percibieron menos auto-eficacia para el manejo de sus emociones. Estos déficits pueden dificultar que los jóvenes reaccionen ante los demás o pueden dar lugar a acciones impulsivas manejadas por los sentimientos (como el sexting). Estas características también pueden llevar a los adolescentes a utilizar el sexting como una forma de auto-expresión, en lugar de interacciones directas emocionalmente más desafiantes.

Los resultados también fueron consistentes con el hecho de que los que practicaban el sexting percibieron una mayor aceptación de la actividad sexual de parte de su medio ambiente. Estas percepciones pueden normalizar y reducir las inhibiciones relacionadas con el sexo, incluyendo el sexting. Alternativamente, los adolescentes dedicados al sexting pueden atender selectivamente a actitudes que toleran estos comportamientos.
Se necesita investigación longitudinal para aclarar estas relaciones, pero estas construcciones pueden proporcionar una dirección para las intervenciones con jóvenes en situación de riesgo y sus familias, las que deben ser alentadas para monitorear el sexting así como otros comportamientos sexuales.

Existen limitaciones en dichos datos. Estos datos transversales no permiten conclusiones temporales. La muestra fue seleccionada en base a síntomas de dificultades emocionales o de comportamiento y por lo tanto no puede generalizarse a todos los estudiantes de escuela media; sin embargo, los adolescentes en situación de riesgo similar a la de esta muestra son frecuentes en muchas comunidades, haciendo que estos datos sean relevantes para los practicantes en una variedad de ambientes.
La muestra tenía una minoría de jóvenes con antecedentes de actividad sexual, y esto limita el poder para discernir subgrupos de patrones sexuales de riesgo entre los que estaban activos. Estos datos fueron recogidos por auto-informe y están sujetos a informar sesgos de estos métodos, aunque el uso de una auto-entrevista asistida por ordenador de audio para proporcionar privacidad adicional puede haber reducido los mismos.
La pregunta planteada permitió una gama de posibles interpretaciones de "foto sexual" o "mensaje sexual". Aunque esto permitió a los adolescentes definir la intención de su mensaje, no connota claramente el contenido. Por último, este estudio no recopiló información acerca de la tecnología y la propiedad o uso de los teléfonos; sin embargo, datos recientes sugieren que el acceso a esta tecnología es sumamente amplio. Futuros estudios deberán evaluar la frecuencia del sexting entre los adolescentes, así como la información relacionada con la influencia de recibir estos mensajes en el comportamiento sexual, más que de enviarlos.

Este estudio pone de relieve además que, ya en la escuela secundaria, la atención debe ser puesta en la comunicación electrónica de los adolescentes porque el sexting puede ser un marcador de conductas sexuales de riesgo que pueden tener consecuencias importantes, incluyendo embarazo o enfermedad.
Los pediatras deberían alentar a los padres a vigilar el uso del teléfono celular y la computadora y limitar el acceso sin restricciones, así como a utilizar las comunicaciones electrónicas como oportunidades para discutir la relación con la salud. Los médicos también pueden utilizar el sexting para iniciar la discusión sobre salud sexual y deben supervisar la relación del paciente con el sexting como lo hacen con otros comportamientos sexuales.
Como se ha sugerido anteriormente, los mensajes relacionados con el sexting y las conductas sexuales de riesgo se pueden incorporar en la educación sobre salud sexual de los jóvenes, incluyendo a los adolescentes jóvenes que son a menudo grandes consumidores de tecnología móvil. Educar a los jóvenes acerca de las posibles consecuencias del sexting, las estrategias para mantener relaciones saludables, y la relación del sexting con otros comportamientos de riesgo puede reducir el riesgo de los adolescentes.
La regulación del afecto y de las cogniciones relacionadas con el riesgo, las cuales difirieron significativamente entre los que practicaban el sexting en este estudio, puede también representar un camino importante para plantear intervenciones de reducción del riesgo.

Dolor musculoesquelético: ¿cómo lo viven los pacientes?

Introducción

El alivio del dolor es el objetivo fundamental de la atención de la salud, sin embargo, el dolor puede convertirse en un rompecabezas ya que no siempre se puede relacionar con una patología específica. Casi el 25% de los adultos sufre dolor moderado a grave y entre el 6 y el 14% de ellos el dolor es grave y discapacitante. El DME es uno de los tipos de dolor predominantes y motiva gran parte de las consultas en atención primaria.
El dolor crónico es una de las prioridades clínicas del Royal College of General Practitioners para el período 2011–2014. Aunque la idea de varias síntesis cualitativas ha contribuido a comprender mejor el proceso de la atención sanitaria, en otras áreas, la proliferación de estudios cualitativo ha  resultado en que esos estudios están “condenados a no ser visitados nunca”.
El objetivo de esta revisión fue sintetizar las investigaciones cualitativas existentes para mejorar la comprensión y por lo tanto mejorar la atención de las personas con DME crónico. Hay varios métodos para hacerlo. Los estudios analizados comprenden desde los trabajos que describen los hallazgos cualitativos hasta los estudios que son más interpretativos y dan lugar a nuevas teorías. La metaetnografía es una forma interpretativa de la síntesis del conocimiento, propuesta por Noblit y Hare que tiene como objetivo desarrollar nuevos conocimientos conceptuales.

Categorías conceptuales

"La redefinición de lo normal describe una manera de seguir adelante sin centrarse en las pérdidas sino en la reconstrucción de un nuevo ser aceptable"
El tema emergente principal fue la lucha contradictoria que impregna al  paciente un sentimiento de culpabilidad “hasta que se demuestre su inocencia”. Los pacientes luchaban por lo siguiente:

1. Afirmación del yo.  Esta categoría incorpora una lucha por mi  autoafirmación. En primer lugar, mi cuerpo se ha separado de mi y se ha convertido en un malvado. Ya no soy un cuerpo sino que tengo un cuerpo. Segundo, aunque lucho para evitar la erosión de mi  "antiguo ser real" y no "ceder" a mi cuerpo dolorido, me enfrento al hecho de estar irremediablemente cambiado. Finalmente, la pérdida de roles que me llevó a lo que ahora soy ha minado mi autoestima y me siento culpable porque no puedo cumplir con las expectativas de los demás. El temor de sobrecargar a los demás y  mi deseo de seguir mostrando mi antiguo ser me estimulan a ocultar mi dolor. Sin embargo, esto puede ser contraproducente ya que las personas no necesariamente creen lo que no pueden ver.

2.Reconstruirse uno mismo en el tiempo (construcción del tiempo alterada—impredecible ahora y en el futuro). Esta categoría muestra cómo se ha alterado la construcción de mi ser actual y futuro. El día a día impredecible de mi dolor crea un presente atemporal e interminable en el que mi vida ha comenzado a ser dominada  por la precaución y la pérdida de la espontaneidad. Los planes, las expectativas y los sueños del futuro están irreparablemente alterados y comienza a aparecer la introversión.

3. Elaborar una explicación para el sufrimiento. Este concepto describe la lucha por explicar un sufrimiento que no está justificado por parámetros biomédicos. El diagnóstico sigue siendo altamente valorado y en él se basa la credibilidad de ml relato. El descreimiento de los demás amenaza mi integridad personal. La discrepancia entre las explicaciones culturalmente aceptadas y la experiencia personal da lugar a emociones muy fuertes. Me siento desvalorizado, con miedo, agitado, avergonzado y culpable. Una duda abrumadora impregna mi desempeño en el trabajo, la vida social, la atención de la salud y la familia.

4. Negociar con  el sistema de salud.
Esta categoría describe la lucha para negociar con el sistema de salud. Yo me siento “como un tonto” referido de aquí para allá a diferentes profesionales de la salud. Describe una postura ambivalente: aunque estoy reticente a participar en un sistema que no cumple con mis expectativas, al mismo tiempo me siento obligado o "quedar atrapado en ese sistema”. Continúo en la atención sanitaria con la esperanza de una cura futura. Necesito sentirme valorado como persona dentro del sistema de salud. Paradójicamente, a pesar de que quiero que mi afección física sea diagnosticada y tratada, también necesito ser considerado como algo más que un cuerpo. Esto es fundamental para la relación terapéutica y no un mero complemento.

5. Demostrar legitimidad. Esta categoría describe un protocolo o una “manera correcta” de sentir dolor y ser creíble. Esto no significa que el dolor no es real. Yo lucho para hallar un equilibrio justo entre el ocultamiento del dolor y su exteriorización. El impulso de ocultar el dolor y parecer "normal" se alimenta de mi sentimiento de vergüenza por tener dolor sin una explicación médica. Paradójicamente, el ocultamiento del dolor puede amenazar mi credibilidad. Yo me esfuerzo por presentarme como una “buena” persona que no se queja de su dolor.

6. De cara al futuro siguiendo adelante con mi dolor.
A pesar de la lucha contradictoria, dicen los autores, nuestro modelo describe 6 maneras de seguir adelante con el dolor:

a) El  hecho de escuchar e integrar a mi cuerpo dolorido muestra el desarrollo de una relación de confianza y cooperación con el cuerpo. Mi cuerpo alienado comienza a integrarse a partir de ser “escuchado” y respetado. Ya no estoy a merced del cuerpo, sino que somos compañeros en la experiencia.

b)  La redefinición de lo normal describe una manera de seguir adelante sin centrarse en las pérdidas sino en la reconstrucción de un nuevo ser aceptable. Describe la aceptación de los cambios y el sentido  de reparación de la existencia. Yo he cambiado pero sigo siendo yo y puedo disfrutar de la vida. Esto se puede sentir al mismo tiempo que la pena por haber perdido el “antiguo yo real". Este concepto se basa en los estudios que muestran la capacidad de redefinir el yo o la flexibilidad psicológica que puede ayudar a las personas a seguir adelante con el dolor y reducir su impacto.

c) Ser parte de una comunidad de personas con dolor crea el sentido de compartir, ser valorado y creíble. Sin embargo, a pesar de estos beneficios, también hay una sensación ambivalente: aunque soy como los demás al mismo tiempo no soy como ellos y necesito ser valorado como un individuo.

d) Comunicarles a los demás mi dolor me produce una sensación de liberación proveniente de no tener que ocultarlo, y de los beneficios de permitir que otros conozcan mis limitaciones. Estoy aprendiendo a limitar las demandas de los demás y manejar mis recursos. Hay una sensación de que ya no necesito ganar la aprobación de los demás.

e)  Darme cuenta de que no existe una curación para el dolor me libera de seguir buscando incesantemente una cura que hasta ahora ha limitado mis posibilidades de seguir adelante. Se comienza a sentir que la recuperación no se trata de seguir siendo lo que una vez fui sino de convertirse en alguien.

f) Convertirse en un experto se refiere a ser cada vez menos dependiente de un profesional de la salud para conocer y satisfacer mis necesidades. Yo voy a conocer mi propio  cuerpo y a ganar confianza para experimentar y tomar mis propias decisiones.


Comentarios

Esta investigación representa un avance significativo sobre los estudios previos ya que ofrece una síntesis conceptual única y extensa de la investigación cualitativa que explora el DME crónico, utilizando la metaetnografía.
El modelo actual presenta una línea de argumentación que pone de relieve la lucha contradictoria de las personas con DME crónico, pero también ofrece la manera en que se pueden superar algunos aspectos. La innovación es mostrar que esa lucha tiene lugar en múltiples aspectos de la experiencia de la persona, los sentimientos sobre el cuerpo y sobre sí mismo, la trayectoria biográfica, las relaciones recíprocas, y la experiencia con los servicios de salud.
Se ha descrito la lucha por mantener elevada la autoestima mientras se sufre la incomprensión y el descreimiento ajeno. A pesar de esta lucha, el actual modelo ofrece una comprensión de cómo una persona con DME crónico puede seguir adelante con su dolor. Esta experiencia contradictoria es fundamental para el modelo presentado, y es necesario hacer más investigación que exploren las similitudes y diferencias entre experimentar DME y otros tipos de dolor crónico (por ej., dolor por cáncer, cefalea o dolor visceral), lo que ayudaría a comprender la experiencia de  sufrir dolor crónico.

Administración de antipsicóticos atípicos durante el embarazo

Participaron 561 mujeres expuestas, al menos, a un antipsicótico atípico durante el embarazo. Las sustancias recibidas fueron, en orden decreciente de frecuencia, olanzapina, quetiapina, clozapina, risperidona, aripiprazol, ziprasidona, amisulprida y zotepina. El 91.4% de las pacientes estuvo expuesto al agente como mínimo el primer trimestre, en tanto que el 23% también recibía un antipsicótico típico o más, principalmente haloperidol. La cohorte I de comparación incluyó a 284 pacientes expuestas a antipsicóticos típicos, principalmente haloperidol, prometazina y flupentixol. El 90.1% de las integrantes de este grupo estuvo expuesto a los agentes al menos durante el primer trimestre de gestación.

El 32.6% y 32.5% de las integrantes de la cohorte principal y de comparación interrumpieron el tratamiento con antipsicóticos atípicos y típicos antes de la semana 10 de gestación, respectivamente. La suspensión del tratamiento entre las semanas 10 y 30 tuvo lugar en el 9.9% y 16.3% de los casos, respectivamente. El 53.9% de las integrantes de la cohorte principal y el 48.8% de las integrantes de la cohorte de comparación recibieron tratamiento al menos en la última semana de estudio.

Los diagnósticos identificados fueron los trastornos psicóticos, la esquizofrenia, la depresión, los trastornos bipolares y los trastornos de ansiedad.

La exposición a más de un antipsicótico tuvo lugar en el 27.8% de las integrantes de la cohorte principal y en el 16.5% de las integrantes de la cohorte I. Además, el 53.1% y 67.6% de las pacientes, respectivamente, recibieron al menos un psicofármaco, como los antidepresivos, los anticonvulsivos y las benzodiazepinas en forma adicional.

El tratamiento antipsicótico coincidió con un peso corporal elevado, el tabaquismo y el consumo de alcohol, los embarazos no deseados y la frecuencia baja de consumo de ácido fólico. La administración de antipsicóticos típicos y atípicos se asoció con la disminución significativa de la proporción de recién nacidos vivos debido a la terminación electiva del embarazo. La incidencia de abortos espontáneos no difirió significativamente entre las cohortes, en tanto que se registró una cantidad baja de mortinatos en general.

La exposición a los antipsicóticos típicos se asoció con una frecuencia significativamente superior de nacimientos pretérmino en comparación con la administración de antipsicóticos atípicos. Los recién nacidos expuestos a los antipsicóticos típicos presentaron peso al nacer más bajo, seguidos por los recién nacidos de madres integrantes de la cohorte principal de estudio y de la cohorte II. De todos modos, no se encontraron diferencias clínicamente significativas al respecto. Se registró la muerte de un neonato en cada cohorte.

Las malformaciones tuvieron lugar en 43/458, 27/240 y 65/1020 de los casos correspondientes a las cohortes principal, I y II, respectivamente. No se observaron diferencias significativas al respecto entre la cohorte principal y la cohorte I o entre las cohortes I y II. En cambio, la cohorte principal difirió significativamente al respecto frente a la cohorte II. El consumo de alcohol fue el único factor que influyó significativamente sobre la frecuencia de malformaciones. No se detectó una asociación específica entre las malformaciones graves y el tratamiento con ningún antipsicótico atípico. Al considerar la exposición a los fármacos durante el primer trimestre del embarazo, los índices de malformaciones variaron entre el 3.59% y 6.81% ante la administración de quetiapina y aripiprazol, respectivamente. No se registraron malformaciones asociadas con la exposición a la amisulpirida y la zotepina. Las malformaciones leves tuvieron una frecuencia del 3.8%, 5.5% y 3.2% en la cohorte principal y en las cohortes de comparación I y II, respectivamente, sin diferencias significativas entre los grupos al respecto. Asimismo, las malformaciones genéticas tuvieron lugar en el 0.4% y 0.8% de los casos en las cohorte principal y de comparación, respectivamente.

En la cohorte principal se observó un índice elevado de malformaciones cardiovasculares en comparación con las cohortes restantes. En las cohortes I y II se identificaron 1 y 3 niños con malformaciones múltiples, respectivamente. Las malformaciones cardiovasculares, solas o combinadas con otro tipo de malformaciones, tuvieron una frecuencia del 2.8% en la cohorte principal, de 1.9% en la cohorte I y de 0.9% en la cohorte II. La incidencia fue significativamente superior en la cohorte principal únicamente en comparación con la cohorte II. La mayoría de los defectos cardiovasculares tuvo lugar en el septum auricular o ventricular.

La exposición a los antipsicóticos típicos y atípicos se asoció con una probabilidad elevada de síntomas neonatales en comparación con lo observado en la cohorte II. Tanto el tabaquismo como el consumo de alcohol y la edad gestacional influyeron significativamente sobre la aparición de dichos síntomas. No se encontraron diferencias significativas en este aspecto entre la exposición a los antipsicóticos típicos y atípicos. En la mayoría de los casos, los síntomas afectaron el sistema nervioso central. La administración de otros psicofármacos en forma combinada con los antipsicóticos se asoció con el aumento significativo del índice de trastornos neonatales. La mayoría de los casos tuvo lugar en niños expuestos a la quetiapina, seguida por el aripiprazol y la olanzapina.

Trastornos del movimiento psicógenos

ntroducción. Los trastornos del movimiento psicógenos son los trastornos del movimiento que no pueden atribuirse a ninguna enfermedad orgánica conocida, y que están causados por una patología psiquiátrica subyacente, o se deben a una simulación voluntaria. Suponen el 1-3% de los trastornos del movimiento. Objetivo. Realizar una revisión bibliográfica y una actualización de los trastornos del movimiento psicógenos. Desarrollo. Se revisan diversos aspectos de los trastornos del movimiento psicógenos, incluyendo epidemiología, diagnóstico clínico y mediante pruebas complementarias, tipos de trastornos del movimiento psicógenos, tratamiento y pronóstico. El diagnóstico de los trastornos del movimiento psicógenos debe realizarlo un neurólogo, y no debe ser únicamente un diagnóstico de exclusión. La forma más frecuente de presentación es el temblor, y es en la que más avances se han producido, sobre todo en el aporte de las pruebas neurofisiológicas al diagnóstico. Hay escasos estudios de tratamiento específico. Se debe tratar la patología psiquiátrica subyacente, y se recomienda psicoterapia asociada a fármacos si son necesarios. El pronóstico de los trastornos del movimiento psicógenos sigue siendo pobre, incluso con el tratamiento adecuado. Conclusiones. Aunque en los últimos años hay algunos avances en el conocimiento de los trastornos del movimiento psicógenos, se necesitan más investigaciones, tanto para conocer el mecanismo subyacente de estas patologías, las técnicas y pruebas complementarias que nos ayuden en el diagnóstico, como estudios más amplios de tratamiento.