miércoles, 16 de julio de 2014

Administración de antipsicóticos atípicos durante el embarazo

Participaron 561 mujeres expuestas, al menos, a un antipsicótico atípico durante el embarazo. Las sustancias recibidas fueron, en orden decreciente de frecuencia, olanzapina, quetiapina, clozapina, risperidona, aripiprazol, ziprasidona, amisulprida y zotepina. El 91.4% de las pacientes estuvo expuesto al agente como mínimo el primer trimestre, en tanto que el 23% también recibía un antipsicótico típico o más, principalmente haloperidol. La cohorte I de comparación incluyó a 284 pacientes expuestas a antipsicóticos típicos, principalmente haloperidol, prometazina y flupentixol. El 90.1% de las integrantes de este grupo estuvo expuesto a los agentes al menos durante el primer trimestre de gestación.

El 32.6% y 32.5% de las integrantes de la cohorte principal y de comparación interrumpieron el tratamiento con antipsicóticos atípicos y típicos antes de la semana 10 de gestación, respectivamente. La suspensión del tratamiento entre las semanas 10 y 30 tuvo lugar en el 9.9% y 16.3% de los casos, respectivamente. El 53.9% de las integrantes de la cohorte principal y el 48.8% de las integrantes de la cohorte de comparación recibieron tratamiento al menos en la última semana de estudio.

Los diagnósticos identificados fueron los trastornos psicóticos, la esquizofrenia, la depresión, los trastornos bipolares y los trastornos de ansiedad.

La exposición a más de un antipsicótico tuvo lugar en el 27.8% de las integrantes de la cohorte principal y en el 16.5% de las integrantes de la cohorte I. Además, el 53.1% y 67.6% de las pacientes, respectivamente, recibieron al menos un psicofármaco, como los antidepresivos, los anticonvulsivos y las benzodiazepinas en forma adicional.

El tratamiento antipsicótico coincidió con un peso corporal elevado, el tabaquismo y el consumo de alcohol, los embarazos no deseados y la frecuencia baja de consumo de ácido fólico. La administración de antipsicóticos típicos y atípicos se asoció con la disminución significativa de la proporción de recién nacidos vivos debido a la terminación electiva del embarazo. La incidencia de abortos espontáneos no difirió significativamente entre las cohortes, en tanto que se registró una cantidad baja de mortinatos en general.

La exposición a los antipsicóticos típicos se asoció con una frecuencia significativamente superior de nacimientos pretérmino en comparación con la administración de antipsicóticos atípicos. Los recién nacidos expuestos a los antipsicóticos típicos presentaron peso al nacer más bajo, seguidos por los recién nacidos de madres integrantes de la cohorte principal de estudio y de la cohorte II. De todos modos, no se encontraron diferencias clínicamente significativas al respecto. Se registró la muerte de un neonato en cada cohorte.

Las malformaciones tuvieron lugar en 43/458, 27/240 y 65/1020 de los casos correspondientes a las cohortes principal, I y II, respectivamente. No se observaron diferencias significativas al respecto entre la cohorte principal y la cohorte I o entre las cohortes I y II. En cambio, la cohorte principal difirió significativamente al respecto frente a la cohorte II. El consumo de alcohol fue el único factor que influyó significativamente sobre la frecuencia de malformaciones. No se detectó una asociación específica entre las malformaciones graves y el tratamiento con ningún antipsicótico atípico. Al considerar la exposición a los fármacos durante el primer trimestre del embarazo, los índices de malformaciones variaron entre el 3.59% y 6.81% ante la administración de quetiapina y aripiprazol, respectivamente. No se registraron malformaciones asociadas con la exposición a la amisulpirida y la zotepina. Las malformaciones leves tuvieron una frecuencia del 3.8%, 5.5% y 3.2% en la cohorte principal y en las cohortes de comparación I y II, respectivamente, sin diferencias significativas entre los grupos al respecto. Asimismo, las malformaciones genéticas tuvieron lugar en el 0.4% y 0.8% de los casos en las cohorte principal y de comparación, respectivamente.

En la cohorte principal se observó un índice elevado de malformaciones cardiovasculares en comparación con las cohortes restantes. En las cohortes I y II se identificaron 1 y 3 niños con malformaciones múltiples, respectivamente. Las malformaciones cardiovasculares, solas o combinadas con otro tipo de malformaciones, tuvieron una frecuencia del 2.8% en la cohorte principal, de 1.9% en la cohorte I y de 0.9% en la cohorte II. La incidencia fue significativamente superior en la cohorte principal únicamente en comparación con la cohorte II. La mayoría de los defectos cardiovasculares tuvo lugar en el septum auricular o ventricular.

La exposición a los antipsicóticos típicos y atípicos se asoció con una probabilidad elevada de síntomas neonatales en comparación con lo observado en la cohorte II. Tanto el tabaquismo como el consumo de alcohol y la edad gestacional influyeron significativamente sobre la aparición de dichos síntomas. No se encontraron diferencias significativas en este aspecto entre la exposición a los antipsicóticos típicos y atípicos. En la mayoría de los casos, los síntomas afectaron el sistema nervioso central. La administración de otros psicofármacos en forma combinada con los antipsicóticos se asoció con el aumento significativo del índice de trastornos neonatales. La mayoría de los casos tuvo lugar en niños expuestos a la quetiapina, seguida por el aripiprazol y la olanzapina.

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