Participaron 561 mujeres expuestas, al menos, a un antipsicótico atípico
durante el embarazo. Las sustancias recibidas fueron, en orden
decreciente de frecuencia, olanzapina, quetiapina, clozapina,
risperidona, aripiprazol, ziprasidona, amisulprida y zotepina. El 91.4%
de las pacientes estuvo expuesto al agente como mínimo el primer
trimestre, en tanto que el 23% también recibía un antipsicótico típico o
más, principalmente haloperidol. La cohorte I de comparación incluyó a
284 pacientes expuestas a antipsicóticos típicos, principalmente
haloperidol, prometazina y flupentixol. El 90.1% de las integrantes de
este grupo estuvo expuesto a los agentes al menos durante el primer
trimestre de gestación.
El 32.6% y 32.5% de las integrantes de la cohorte principal y de
comparación interrumpieron el tratamiento con antipsicóticos atípicos y
típicos antes de la semana 10 de gestación, respectivamente. La
suspensión del tratamiento entre las semanas 10 y 30 tuvo lugar en el
9.9% y 16.3% de los casos, respectivamente. El 53.9% de las integrantes
de la cohorte principal y el 48.8% de las integrantes de la cohorte de
comparación recibieron tratamiento al menos en la última semana de
estudio.
Los diagnósticos identificados fueron los trastornos psicóticos, la
esquizofrenia, la depresión, los trastornos bipolares y los trastornos
de ansiedad.
La exposición a más de un antipsicótico tuvo lugar en el 27.8% de las
integrantes de la cohorte principal y en el 16.5% de las integrantes de
la cohorte I. Además, el 53.1% y 67.6% de las pacientes,
respectivamente, recibieron al menos un psicofármaco, como los
antidepresivos, los anticonvulsivos y las benzodiazepinas en forma
adicional.
El tratamiento antipsicótico coincidió con un peso corporal elevado, el
tabaquismo y el consumo de alcohol, los embarazos no deseados y la
frecuencia baja de consumo de ácido fólico. La administración de
antipsicóticos típicos y atípicos se asoció con la disminución
significativa de la proporción de recién nacidos vivos debido a la
terminación electiva del embarazo. La incidencia de abortos espontáneos
no difirió significativamente entre las cohortes, en tanto que se
registró una cantidad baja de mortinatos en general.
La exposición a los antipsicóticos típicos se asoció con una frecuencia
significativamente superior de nacimientos pretérmino en comparación con
la administración de antipsicóticos atípicos. Los recién nacidos
expuestos a los antipsicóticos típicos presentaron peso al nacer más
bajo, seguidos por los recién nacidos de madres integrantes de la
cohorte principal de estudio y de la cohorte II. De todos modos, no se
encontraron diferencias clínicamente significativas al respecto. Se
registró la muerte de un neonato en cada cohorte.
Las malformaciones tuvieron lugar en 43/458, 27/240 y 65/1020 de los
casos correspondientes a las cohortes principal, I y II,
respectivamente. No se observaron diferencias significativas al respecto
entre la cohorte principal y la cohorte I o entre las cohortes I y II.
En cambio, la cohorte principal difirió significativamente al respecto
frente a la cohorte II. El consumo de alcohol fue el único factor que
influyó significativamente sobre la frecuencia de malformaciones. No se
detectó una asociación específica entre las malformaciones graves y el
tratamiento con ningún antipsicótico atípico. Al considerar la
exposición a los fármacos durante el primer trimestre del embarazo, los
índices de malformaciones variaron entre el 3.59% y 6.81% ante la
administración de quetiapina y aripiprazol, respectivamente. No se
registraron malformaciones asociadas con la exposición a la amisulpirida
y la zotepina. Las malformaciones leves tuvieron una frecuencia del
3.8%, 5.5% y 3.2% en la cohorte principal y en las cohortes de
comparación I y II, respectivamente, sin diferencias significativas
entre los grupos al respecto. Asimismo, las malformaciones genéticas
tuvieron lugar en el 0.4% y 0.8% de los casos en las cohorte principal y
de comparación, respectivamente.
En la cohorte principal se observó un índice elevado de malformaciones
cardiovasculares en comparación con las cohortes restantes. En las
cohortes I y II se identificaron 1 y 3 niños con malformaciones
múltiples, respectivamente. Las malformaciones cardiovasculares, solas o
combinadas con otro tipo de malformaciones, tuvieron una frecuencia del
2.8% en la cohorte principal, de 1.9% en la cohorte I y de 0.9% en la
cohorte II. La incidencia fue significativamente superior en la cohorte
principal únicamente en comparación con la cohorte II. La mayoría de los
defectos cardiovasculares tuvo lugar en el septum auricular o
ventricular.
La exposición a los antipsicóticos típicos y atípicos se asoció con una
probabilidad elevada de síntomas neonatales en comparación con lo
observado en la cohorte II. Tanto el tabaquismo como el consumo de
alcohol y la edad gestacional influyeron significativamente sobre la
aparición de dichos síntomas. No se encontraron diferencias
significativas en este aspecto entre la exposición a los antipsicóticos
típicos y atípicos. En la mayoría de los casos, los síntomas afectaron
el sistema nervioso central. La administración de otros psicofármacos en
forma combinada con los antipsicóticos se asoció con el aumento
significativo del índice de trastornos neonatales. La mayoría de los
casos tuvo lugar en niños expuestos a la quetiapina, seguida por el
aripiprazol y la olanzapina.
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